CUANDO MUCHO SIEMPRE ES POCO
Nunca hay suficiente ropa en el armario, nunca son suficientes los viajes o los destinos, siempre hay poco dinero en el banco, nunca está bien limpia o renovada la casa, siempre hay poca comida en el frigorífico, ninguna amistad es suficientemente buena, casi nunca se alcanza la delgadez deseada, con frecuencia hay una queja de salud, ningún examen sale bien, cualquier regalo está bien pero podría haber sido mejor…Es la insatisfacción permanente. La necesidad de estar en activación y búsqueda constante de la perfección o de la felicidad, en grado superlativo, que nunca llega.
La insatisfacción, en dosis bajas, puede resultar muy motivadora ya que ayuda a crecer y a superarse. Por el contrario, en dosis altas, e instalada de forma crónica, es muy dañina para el bienestar y genera angustia emocional.
Las causas de este descontento suelen ser: baja autoestima, envidia, complejos, privaciones en la infancia, ansiedad, personalidad egocéntrica, etc.
Como consecuencia de esto la negatividad se apodera de tu cerebro en forma de quejas, comparaciones, búsqueda de la satisfacción momentánea etc. y se tiende a actuar de forma compulsiva para saciar o calmar ese estado. Entonces se puede incurrir en comprar compulsivamente, comer compulsivamente, jugar compulsivamente, quejarse de forma automática, etc. En algunas de estas situaciones, cuando hay un exceso de preocupación, los pensamientos son obsesivos y si se actúa de forma compulsiva se puede llegar a desarrollar trastornos psicológicos.
Estos patrones de pensamiento son erróneos y dañinos puesto que están basados en la búsqueda externa de la felicidad. Es necesario un viaje al interior de sí mismo, un cambio de valores y de pensamientos para calmar esa insatisfacción y poder madurar emocionalmente.
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