Éstas sí que existen. Nos rodean, las llevamos consigo, las tenemos en casa, en el trabajo, etc.
El abuso de estas “armas de distracción”, está detrás de los bajos resultados académicos de muchos estudiantes, de la poca o nula comunicación de muchas parejas, de algunos accidentes de tráfico, del bajo rendimiento laboral de algunos trabajadores, de la escasa comunicación entre padres e hijos, del aislamiento social de muchas personas, de la menor dedicación de tiempo en el entorno familiar…
Fomentan la impaciencia y la inmediatez de los logros.
En las redes sociales de imágenes se desvirtúa la realidad de la vida y sólo aparece lo bonito. En las redes sociales de texto se pierde la expresión del rostro, la mirada, la sonrisa o la entonación, es decir, lo que llamamos comunicación no verbal.
La distracción puede dar lugar a enviar mensajes a personas o grupos a los que no iba destinado y provocar que esa conversación, sacada de contexto, se interprete de forma equivocada.
Los móviles y la tecnología son un avance enorme que tenemos y debemos aprovechar, pero también es un arma poderosa a la que debemos controlar.
El móvil o el ordenador son como la mente, deben ser UN BUEN ALIADO Y NO UN MAL DUEÑO.
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